jueves, 22 de octubre de 2020

Cuando apareció mi Maestro

Participante: “¿Qué magia es esta, Maestro querido, que nos hace querer reír de todos nuestros problemas aquí en su Presencia?
Marcos Gualberto: Sus “problemas” no son problemas. Son su imaginación, su resistencia, su desacuerdo con la vida, una ruptura de contrato.
Cuando usted lleva a cabo un contrato de servicios, debe hacerlo por escrito, con firma y testigos. Esto solo existe en el mundo de las personas, porque las personas son, naturalmente, infieles, temperamentales, e incumplen contratos.
No sé si hay una profesión en la que se trabaje más que la jurídica. Los jueces están siempre llenos de riñas, siempre mediando situaciones, porque las personas incumplen los contratos. Esta infidelidad es de la naturaleza de la mente. Entonces, los contratos acaban convirtiéndose en problemas. En la existencia, incumplir un contrato representa conflicto. Ahora mismo, si usted está viviendo alguna forma de conflicto, es porque está incumpliendo algún contrato. Si usted incumple un contrato con la Existencia, con la Vida, vivencia el conflicto. Todo su sufrimiento se basa en este principio; es una riña, una demanda, es un choque con la Vida, con la Existencia.
Mi trabajo aquí es mostrarle que todos sus problemas son imaginarios. Cuando los pensamientos lleguen hasta usted, pregunte para quién son. Descubra la fuente de sus pensamientos. ¡Así es como se hace! “¿Quién soy yo? ¿Cuál es la fuente de este ‘yo’? ¿Cuál es la fuente de estos pensamientos? ¿De dónde vengo?”. Así, usted verá que está en la ilusión, y en esta ilusión, su vida está llena de problemas, porque está llena de imaginación, de muchos pensamientos, ideas, creencias.
Descubra para quién aparece este “yo”, y entonces, descubrirá algo maravilloso: ¡ese “yo” jamás existió! Todos sus problemas están en la imaginación. Usted está contra la Existencia, en una lucha permanente, y esta es la causa de su sufrimiento, de su conflicto, con sus pensamientos y deseos: “Yo quiero esto, no quiero aquello”; “Yo estoy seguro de esto, no estoy seguro de aquello”.
En su Ser, usted es un Sabio, pero en la mente, usted es estúpido, una “persona” estúpida. ¡Usted no quiere ser feliz! ¡Usted quiere emoción! Usted sabe que comer mucho, comer de forma incorrecta, le va a hacer mal. Va engordar, va a tener diabetes… Usted no heredó esa enfermedad, pero la va a adquirir a lo largo de la vida por tener hábitos perjudiciales. Entonces, ¿qué es lo que quiere? ¡Emoción! ¡Usted no quiere ser feliz! Si quisiera ser feliz, no cedería a la tentación de comer golosinas dañinas. Así que, en la mente usted es estúpido. Sabe que le va a hacer mal y aún así practica, aún así come, aún así hace. Entonces, ¿qué es lo que quiere? ¿Ser feliz? ¡No! ¡Usted quiere emoción!
Esto vale tanto para la alimentación como para las relaciones, de todo tipo. Usted sabe que le están haciendo mal, pero quiere emoción, no quiere la Felicidad. Usted sabe que fumar lo va a matar, pero aún así, la emoción de fumar es más importante que no morir, hasta que la hora de morir llegue. Usted sabe que comer mal lo va a matar a corto, mediano o largo plazo, pero quiere la emoción de comer mal, y prefier eso al peligro de enfermar y de morir. Llega un momento en que usted se enferma, acaba en la cama de un hospital, ve que puede morir por causa de eso, ahí va a orarle a Dios.
Usted viene a mi encuentro y dice: “Aquí todo es diferente”. Claro que sí, porque yo no vivo en la ilusión. Lo que lo atrae a mí es su percepción de que yo no vivo en ese modelo. Usted está en un sueño, pero ya se volvió una pesadilla, y yo quiero ayudarlo a despertar. Solo cuando usted despierta, el sueño acaba, y entonces, la Felicidad está presente. Míreme, escuche mi voz, oiga mi silencio… ¿Saben qué es eso? ¡Son señales! ¡Es el perfume de la Felicidad! ¿Por qué? Porque vivo sin imaginación, ¡sin incumplir contratos! Estoy en total acuerdo con la Vida, con la Existencia, y cuando se está en este punto, ¡no falta nada!
Es justamente lo opuesto a la vida en el mundo mental, de esa egoidentidad, donde usted desea mucho y no tiene nada. Fuera del ego, ¡usted no desea nada y tiene todo! Usted quiere el mundo y este se le niega. Usted vive en una lucha constante por conseguir cosas del mundo, pero tiene miedo de perderlas. Entonces, usted vive deseando y temiendo, pero cuando despierta, esto cambia. ¡Míreme a mí! Yo quería a Dios, a la Verdad, quería este Amor, esta Paz, esta Alegría, esta Felicidad que vivo hoy. Dejé que el mundo a mi alrededor ocurriera, sin involucrarme con él. Dejé de imaginarlo, dejé de incumplir el contrato con la Existencia. Así es como sucede su encuentro con Dios, con su Ser, con su Corazón, cuando usted ya no desea nada del mundo, no teme nada en el mundo, pero tiene todo lo que necesita. En realidad, tiene mucho más de lo que necesita, pero nada de esto produce miedo o conflicto.
¿Usted ve la foto aquí atrás [el Maestro apunta para el cuadro de Ramana Maharshi]? Yo quería encontrar a Cristo y vino Él, en la forma de mi Maestro, a hablar conmigo sobre Dios. Cuando yo era niño, me dijeron que Cristo estaba en el cielo, al lado derecho de Dios, sentado en un trono muy grande y que, si yo le hablara, tendría una vida de felicidad, sin conflicto, sin sufrimiento, sin problemas. Así, fui hablando con Él, crecí hablando con Él, y cuando tenía veinticuatro años, Él me escuchó y apareció para mí en la forma de mi Maestro.
Yo recuerdo que en aquella época, había un conflicto interno entre la imagen que yo tenía de Jesús, como me lo enseñaron en la iglesia, y mi Maestro, que le hablaba a mi corazón, que tenía ojos que me tocaban profundamente. Sin embargo, fue un asunto de claridad interna tomando lugar, porque si yo estaba orándole a Dios, no podía ser el diablo quien se me estuviera apareciendo; si mi deseo de infancia —y crecí con ese deseo— era dejar de vivir en pecado, cometiendo errores, sintiendo dolor y produciendo dolor a mi alrededor, no podía ser el diablo el que estuviera ahora respondiendo a esas oraciones. Otra cosa: cuando apareció mi Maestro, sus ojos tenían un brillo y su Silencio tenía una voz. Era un Silencio, pero con una voz… Era como una canción, trayéndome algo que nada en el mundo podría traer, entonces, no podía ser del diablo, no podía venir del mal, solo podía ser una respuesta divina para mí.
Cuando Él me encontró, yo quedé más leve, y no más pesado. Quedé tan leve que, al principio, no necesitaba quedarme leyendo tanto la Biblia, porque la “Cosa” ya estaba viniendo a mí, desde dentro de mí. Cuando lo miraba a Él, ¡la certeza estaba ahí! ¿Y sabe cuál era esa certeza? “¡Él me ama! ¡Él me entiende! ¡Él me acepta! Cuando estoy con Él, todo es diferente”. Como me escribió uno de ustedes ahora, aquí: “¿Qué magia es esa, en su Presencia, que nos hace querer reír de nuestros problemas?”.
Transcrito de un discurso en un encuentro intensivo online, el 16 de marzo de 2020. Para más información sobre nuestras reuniones, haga clic aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir