jueves, 19 de noviembre de 2020

¡El Corazón es la Consciencia, la Presencia, la Realidad!

Este es un momento de Entrega, de Autoinvestigación, de Meditación, de encuentro con la Verdad Divina, con la Verdad que traemos. Todo el anhelo que usted tiene es por la Libertad. Independientemente de la forma, todos buscan la Libertad, la Felicidad.
La vida, en esa falsa identidad, es dramática, tediosa y problemática. Cuando el ser humano comienza a reconocer esto, comienza a ver lo estúpido que es vivir en la mente, entonces se pone en búsqueda de sí mismo y, en ese momento, por una acción de la Gracia, es conducido en una nueva dirección. La búsqueda del fin de esa vida dramática, confusa, desorientada y problemática es la búsqueda real, el gran objetivo.
Todo este proceso empieza cuando se percibe lo estúpido que es continuar viviendo en el viejo patrón mental, con todo el drama que el pensamento produce. Cuando comienza a haber este reconocimiento, ocurre un llamado para la Compresión, para el Despertar. Es algo que en la historia de la humanidad ha sido llamado “Liberación”, “Reino de los Cielos”, “Nirvana”, “Unión con Dios”. En realidad, es un reconocimiento de su Naturaleza Divina, de su Naturaleza Esencial, algo revelado en el Silencio, en el Silencio de la Meditación, cuando hay un completo vaciamiento del sentido del “yo”. Cuando el sentido del “yo” desaparece, desaparece también todo el drama, toda la confusión.
Normalmente, el hombre no percibe lo que pasa consigo mismo. Él solo vive el drama de la separación, y no percibe su peso, porque ha vivido así desde hace mucho tiempo, es algo muy común para él. No percibe cuál es su verdadera condición, lo miserable que es vivir así, porque siempre se distrae con nuevas satisfacciones externas.
Estas satisfacciones externas causan una distracción de la propia miseria que él trae, de esa condición, de ese drama, y así va “llevando” la vida; una vida tediosa, problemática, amargada, con pequeños momentos de placer y satisfacción, puramente egoicos, y una enorme cantidad de momentos de ansiedad, de conflicto, de miedo y de diversas formas de sufrimiento, a los que ya está inclusive acostumbrado.
Entonces, él no se concientiza de esa condición, de ese sentido de separación, del peso que es vivir así. En realidad, él incluso disfruta esa condición miserable de vida, que es todo lo que conoce. ¡Total inconsciencia! Él no llega a observar esa condición, porque la mente está ocupada siempre con la realización de nuevos deseos, siempre buscando, incesante, más realización egoica, personal, para satisfacer su sentido de personalidad, para completar su sentido de separación.
Así, lo que vemos es que ese deseo constante, con sus diversas formas de manifestación, está basado en el mismo sentido de separación intentando sanar el sentido de separación. Lo que estoy diciendo con esto es que la vida del deseo está siempre basada en el conflicto de la separación. La separación ya sucedió (esa es la condición del hombre común), entonces llega el deseo para intentar sanar el sentido de inadecuación, de conflicto, que surge como consecuencia. Sin embargo, no es posible tener éxito en eso. El deseo es parte del conflicto, por tanto, no puede sanar el conflicto. El deseo es parte del sufrimiento. Este no está fuera del sufrimiento como un antídoto, como una cura, un remedio. En realidad, el deseo es el veneno, está circulando como tal.
Entonces, no hay éxito final a través del deseo. Incluso las llamadas “realizaciones espirituales” son tan solo nuevos deseos realizados, algo completamente inútil. Lo que experimentan las personas en algunos trabajos terapéuticos o espirituales es solo una sensación temporal de liberación de algún tipo de dolor, de conflicto, de sufrimiento. Pero en el fondo, no hay manera de escapar radicalmente de ese drama, de ese dilema, porque el sentido de separación, el sentido del “yo”, sigue presente. ¡El ego es la enfermedad! Una enfermedad para la que no hay tratamiento. El problema de la búsqueda es que siempre generará más búsqueda, ya sea de objetos materiales o espirituales, toscos o sutiles, y por detrás de todo está el falso “yo”, la falsa entidad.
Usted no es un “pedazo” divino, un “pedazo” de Dios sentado en un cuerpo. No hay tal entidad ahí en el cuerpo; esa aparente entidad no es real. Solo hay esta Presencia, esta Consciencia. Esa aparente entidad está en la Consciencia, como una aparición imaginaria, y la mente está produciendo esa aparición. ¡Todo lo que existe es Consciencia! Esta es la simple y directa Comprensión de la Verdad. La Liberación de la ilusión es el fin del drama, el fin del conflicto, el fin del sufrimiento, del imaginar una entidad en la Consciencia.
El hombre común está inconsciente de todo esto. Toda su relación es con el imaginarse siendo “alguien”, y esto es miedo. Ya quien está en su Naturaleza Esencial, viviendo la Verdad sobre sí mismo, tiene una Comprensión Radical. Aquel está viviendo en el Corazón… ¡El Corazón es la Consciencia, la Presencia, la Realidad!
¡Usted tiene que dejar todo ir para poder ser Lo que es! Esto es lo que acabé de llamar “Comprensión Radical”. Ahí, ¡su vida es pura Inteligencia! Entonces, este Poder fluye sin obstrucciones, sin obstáculos, porque no hay deseos, no hay miedo.
Yo no estoy aquí para entretenerlo, no soy un conferencista, un orador, un profesor. Yo solo estoy aquí para investigar con usted la confusión que es vivir con todo ese drama, o lo dramático que es vivir en toda esa confusión.
Transcrito a partir de un discurso en un encuentro online, ocurrido el 5 de junio de 2020. Para más información sobre nuestras reuniones, haga clic aquí.

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