domingo, 29 de agosto de 2021

La clave de la verdadera liberación

El Gurú, el Maestro, destruye absolutamente todas tus creencias, incluyendo, y principalmente, aquellas de las que no eres consciente: todos los tabúes, prejuicios, paradigmas, conceptos formados; todos los condicionamientos, ¡absolutamente todos!

Solo eres libre en tu Verdadera Naturaleza. Mientras haya una sombra de mente, la ilusión está presente, el miedo está presente. ¡Mi trabajo aquí es mostrarte lo que es ser absolutamente libre!

Quien es absolutamente libre ya no puede ser capturado por el mundo, ni por este mundo ni por los otros mundos. De hecho, los otros mundos son todos de la mente egoica, que crea un cuerpo, o un vehículo, para expresarse en "su" mundo: el mundo de sus logros, de sus conquistas, de sus deseos. Así que no importa la cualidad que tenga ese mundo, porque, al ser fabricado por la mente, es una prisión del propio ego y algo construido por él.

En el ego, en esta ilusión, estás vinculado al objeto de deseo: la familia es un objeto de deseo; los bienes materiales son objetos de deseo; la búsqueda de autoafirmación y autorrealización, de tal o cual manera, es un objeto de deseo. Este vínculo crea necesidades ilusorias en una supuesta identidad. Es la ilusión del deseo, del placer y de encontrar satisfacción en el objeto. Tu "amor" es una prisión, y no hay que ser inteligente para darse cuenta de esto, porque, cuando este amor se aleja, está el dolor. Si hay dolor en lo que llamas "amor", esto no es más que otro objeto ligado a la autosatisfacción; es otro objeto de deseo.

Todas tus relaciones, sin excepción, son trampas de la mente; algo que esta crea para satisfacerse y realizarse.

La mente, en su prisión, se ata a una autosatisfacción egoica, satisfaciéndose en las, así llamadas, relaciones. Hay relaciones con cosas, tales como el auto, la casa de la playa, el apartamento; bien sea con un regalo que recibiste, un jarrón, un juego de cubiertos de plata o joyas. Está la relación con los espacios geográficos, la fuerte necesidad de satisfacerse estando en lugares especiales, en ambientes especiales, diferenciando lo que sientes estando en el campo y en la ciudad; te gusta esta ciudad y no te gusta aquella otra; o en esta te sientes bien y en la otra te sientes mal.

Y está la famosa relación con las personas, y también con los animales. Hay quienes no quieren a la gente, no les gustan las personas, pero aman a los animales; como, por ejemplo, la señora que cría quince perros pero no soporta a los niños.

La señora que tiene quince perros sabe que ninguno de ellos ofenderá su ego; puede que la irriten, haciéndose pis, o caca, de la que ella se tendrá que encargar, pero aun así no irritarán su ego a nivel personal; eso confrontará a la persona que ella cree ser. Lo mismo ocurre en la relación con los animales, los entornos, los espacios, los lugares: mientras nos estén ofreciendo algo, lo queremos. Así es la relación con las cosas: mientras algo te esté dando placer, lo conservas; cuando deja de darte placer, lo desprecias. Todas las relaciones son así, y también las personales.

No hay verdad, no hay libertad, no hay amor en las relaciones humanas; solo hay miedo, y este miedo se expresa en la ambición, en la posesión, en la dominación, en el poder, etc. Sé que es una imagen triste y negativa, pero es así. No se puede tener más que esto en este mundo construido por la mente, por el ego; me refiero al mundo que la mente egoica produce.

A esto lo he llamado el "laberinto de la mente": no tiene ni entrada ni salida; es un laberinto sin puerta... solo un laberinto. La mente es solo un laberinto sin entrada ni salida.

Quizás al escuchar esto no veas lo práctico que es, pero es absolutamente práctico. En el pensamiento puedes buscar una respuesta, o puedes abandonar el pensamiento y no volver a confiar en nada de lo que ocurre ahí dentro, que la mente produce. Entonces, en ese momento, has dado un salto en tu sadhana, en tu trabajo de despertar.

Este primer paso lo considero también el último. No tienes que dar ningún otro paso, solo este: nunca más, absolutamente nunca más, confiar en construcciones mentales.

Cada pensamiento en tu cabeza es una mentira, porque el pensador detrás de este está mintiendo; al igual que todas las certezas e incertidumbres, evaluaciones y conclusiones. Es una mentira toda la confianza que se da en estas diversas relaciones, con cosas, personas y lugares; con sentimientos, emociones y pensamientos. O sea, todas las relaciones vinculadas y atadas a esta ilusión básica: la mente es una falacia; todo en ella es una mentira.

¿Qué hay de positivo en esto, en todo este enfoque aparentemente negativo de la vida? Lo positivo de esto es que el agricultor, antes de sembrar la semilla, tiene que limpiar, aflojar y abonar la tierra, así como quitar las piedras, dejándola lista para que florezca la vida, para que la semilla germine allí.

Lo positivo es que tenemos que limpiar la "tierra", y es justamente eso lo que hacemos en Satsang: limpiar la tierra, sacar la basura y los escombros porque todo se está derrumbando, cayendo, desmoronando, y no podemos hacer nada. Quitamos lo que ya se ha derrumbado, caído, vamos limpiando y mirando lo que está cayéndose, desmontándose, porque aún no ha caído todo. Parece que en cada Satsang te sorprendes contigo mismo, viendo cuántos prejuicios y creencias están aún en el sistema, en la "máquina"; los "programas" no pueden funcionar con facilidad, hay muchos virus, y en cada Satsang percibes lo que está atascado, cuánto está todavía atascado allí. Parece que hay que darse tiempo para ver esto.

Transcrito a partir de un discurso en un encuentro online, realizado en junio de 2015. Publicado por primera vez en portugués el 22 de agosto de 2015. Para más información sobre nuestras reuniones, haga clic aquí .

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